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Pasaron cuatro semanas desde la llegada de Jaguares XV a la ciudad de Potchefstroom, base de operaciones para la campaña en la First Division de la Currie Cup. La experiencia es absolutamente nueva para este grupo, y se asemeja a las vivencias de Pampas XV, cuando disputaban la Vodacom Cup: dos meses concentrados y lejos de casa.
El torneo que está jugando el equipo argentino, es el segundo nivel de la Currie Cup, el certamen más viejo y tradicional de la tierra de los Springboks. Luego de tres partidos jugados, el equipo marcha invicto y con puntaje ideal. Quedan por desarrollarse, al menos, cuatro encuentros más.
La vida en Sudáfrica transcurre con tranquilidad. El equipo está alojado en el complejo de Northwest University de Potchefstroom, el mismo lugar donde concentró el seleccionado de fútbol de España que ganó el Mundial 2010. Las instalaciones están ubicadas a 120 kilómetros de Johannesburgo y cuenta con todas las comodidades para un equipo deportivo.
“Los chicos tienen la oportunidad de estar 24 horas dedicados al rugby: entrenando, descansando, comiendo como corresponde”, cuenta el Head Coach Ignacio Fernández Lobbe. “Todos saben que acá pueden mejorar físicamente, mejorar como profesionales y por eso tienen que aprovechar al máximo esta experiencia. El grupo está muy enganchado, por ejemplo hay días en que tenemos trabajos opcionales y vienen todos, ninguno se lo pierde. Eso demuestra el compromiso que tienen con ellos mismos y con el grupo”.
“Les damos oportunidades a todos. Los chicos saben que esta es una vidriera y una oportunidad para mostrarse. Algunos tendrán la chance de llegar a disputar el Mundial de Japón en septiembre y otros pueden buscar un lugar en Jaguares para estar en el Super Rugby la próxima temporada. Trabajamos junto a los jugadores. Hay un grupo de líderes, que representan a todas las edades que tenemos en el plantel”. Allí están Juan Cruz Mallía, Santiago Carreras, Gonzalo Bertranou, Gregorio Del Prete, Lautaro Bavaro y el capitán Francisco Gorrissen. “Con ellos tenemos una charla semanal en la que planteamos cómo vamos a trabajar y otras cuestiones del grupo y la convivencia”.
Pero no todo es rugby en esta aventura. Todas las semanas hay actividades que apuntan a mejorar la estadía y el futuro de los chicos. Lunes y jueves, la pelota queda de lado y entran en juego los libros. Divididos en dos niveles, los jugadores toman clases de inglés con los profesores de la Universidad local. Con su material a cuestas, en dos salones que se transforman en aulas, los chicos hablan, leen y escriben para mejorar su capacidad en la lengua extranjera.
“Para muchos es una primera experiencia como jugadores profesionales, con tanto tiempo fuera tiempo de casa. Las clases de inglés son muy productivas, con algunos aprendiendo de cero y otros reforzando el conocimiento que ya tienen. Es provechoso para todos”, cuenta el medio scrum de San Luis, Gregorio del Prete.
“En las giras largas cuando uno no tiene la chance de estudiar o ir a la facultad, está bueno poder seguir haciendo algo. Esta herramienta nos sirve a todos y ayudan en nuestro crecimiento”, acota Juan Cruz Mallía, quien se sumó al equipo tras participar de la final del Personal Super Rugby ante Crusaders.
“Armar el grupo, mantenerlos motivados y enfocados es una tarea muy importante. Es mucho tiempo fuera de sus casas y es importante que estén bien. Fomentamos el liderazgo, que los jugadores interactúen, se conozcan y trabajen en equipo”, explica el Head Coach Ignacio Fernández Lobbe.
“El grupo es muy unido. Muchos de los chicos se conocen, jugaron juntos en diferentes camadas de Los Pumitas, en Jaguares y en Argentina XV. En las sobremesas se dan largas charlas y también les pedimos a los chicos que cuenten sus historias y anécdotas para terminar de conocerse”.
Los martes después del entrenamiento de alta intensidad, hay una tradición: un grupo de jugadores le cocina al resto. El menú lo eligen ellos, dentro de la dieta que llevan adelante y con la ayuda de la cocina del lugar. El 9 de julio, por ejemplo, hubo menú patrio con empanadas para todos.
“Somos como una familia y los domingos compartimos un asado que es una tradición en argentina cuando uno se junta el fin de semana con la familia. Más allá del rugby que es lo más importante, el desafío más grande es la convivencia en estos meses. Tenemos que mejorar como equipo, como nos relacionamos desde lo humano y tratar de llevarnos algo. Tenemos que irnos de acá siendo mejores personas, llevarnos amigos y un recuerdo que va a quedar para siempre”, cuenta Del Prete.